La
Administración
Sin duda que
la Administración es una fuerza dominante en todos los ámbito
de la sociedad contemporánea. Actualmente, nos encontramos con una administración
evolucionada, sofisticada, siendo un área fundamental a la hora de tomar
decisiones importantes que de una u otra forma son trascendentales en la actualidad.
Hoy en día la administración esta presente en cada individuo de
la sociedad ya sea directa o indirectamente.
*El Feudalismo
*Comercio Preindustrial
*Industrialización: Aportaciones importantes en la administración
Moderna *
II
GENESIS DE LA ADMINISTRACION MODERNA
Hubo muchos ejemplos de una buena administración en la antigüedad.
Los romanos, ejemplo, también aportaron mucho a la teoría administrativa.
Tuvieron la capacidad de organizar y dirigir un imperio de cien millones de
habitantes. Tras la caída de su imperio, el mundo se hundió en
la edad media. Inicialmente durante este periodo sombrío de la historia
humana reinó el caos económico, social y político. Se paralizó
el desarrollo de la administración, como el de todo lo demás.
Con todo, hacia el año 600 d.c. se empezó a reestablecer el orden,
primero en forma feudal, luego de comercio preindustrializado y, finalmente
de industrialización.
El
feudalismo
Fue un periodo que duró casi 900 años, un sistema cultural con
una enorme organización jerárquica encabezado por un rey o emperador,
que era dueño de toda la tierra. Se quedaba con las mejores tierras y
el resto lo repartía entre los nobles de más alto rango. A cambio,
estos nobles o vasallos estaban estaban obligados a desempeñar servicios
militares o financieros en beneficio del rey, igualmente, estos vasallos tenían
un acuerdo similar con subvasallos, y este proceso se continuaba hasta el nivel
más bajo de la jerarquía. A este conjunto se le podría
tener como un tipo de sistema administrativo. Creó orden en el caos que
siguió a la caida del Imperio Romano. El sistema feudal estuvo unido
estrechamente con la iglesia católica cuya influencia fue decisiva en
la edad media. La iglesia llegó a ser el mayor terrateniente de toda
Europa y dio gran apoyo al sistema feudal. Al mismo tiempo, el dominio que ejercía
sobre la vida diaria acentuó el aspecto espiritual. El resultado fue
la falta de impulso en el comercio y los negocios; detuvo el adelanto de la
administración. En el siglo XII, en respuesta al resurgimiento de la
herejía de forma organizada, se produjo en el sur de Francia un cambio
de opinión dirigida de forma destacada contra la doctrina albigense.
La doctrina y práctica albigense parecían nocivas respecto al
matrimonio y otras instituciones de la sociedad y, tras los más débiles
esfuerzos de sus predecesores, el papa Inocencio III organizó una cruzada
contra esta comunidad. Promulgó una legislación punitiva contra
sus componentes y envió predicadores a la zona. Sin embargo, los diversos
intentos destinados a someter la herejía no estuvieron bien coordinados
y fueron relativamente ineficaces.
La Inquisición en sí no se constituyó hasta 1231, con
los estatutos Excommunicamus del papa Gregorio IX. Con ellos el papa redujo
la responsabilidad de los obispos en materia de ortodoxia, sometió a
los inquisidores bajo la jurisdicción del pontificado, y estableció
severos castigos. El cargo de inquisidor fue confiado casi en exclusiva a los
franciscanos y a los dominicos, a causa de su mejor preparación teológica
y su supuesto rechazo de las ambiciones mundanas. Al poner bajo dirección
pontificia la persecución de los herejes, Gregorio IX actuaba en parte
movido por el miedo a que Federico II, emperador del Sacro Imperio Romano, tomara
la iniciativa y la utilizara con objetivos políticos. Restringida en
principio a Alemania y Aragón, la nueva institución entró
enseguida en vigor en el conjunto de la Iglesia, aunque no funcionara por entero
o lo hiciera de forma muy limitada en muchas regiones de Europa.
Dos inquisidores con la misma autoridad --nombrados directamente por el Papa
eran los responsables de cada tribunal, con la ayuda de asistentes, notarios,
policía y asesores. Los inquisidores fueron figuras que disponían
de imponentes potestades, porque podían excomulgar incluso a príncipes.
En estas circunstancias sorprende que los inquisidores tuvieran fama de justos
y misericordiosos entre sus contemporáneos. Sin embargo, algunos de ellos
fueron acusados de crueldad y de otros abusos.
Los inquisidores se establecían por un periodo definido de semanas o
meses en alguna plaza central, desde donde promulgaban órdenes solicitando
que todo culpable de herejía se presentara por propia iniciativa. Los
inquisidores podían entablar pleito contra cualquier persona sospechosa.
A quienes se presentaban por propia voluntad y confesaban su herejía,
se les imponía penas menores que a los que había que juzgar y
condenar. Se concedía un periodo de gracia de un mes más o menos
para realizar esta confesión espontánea; el verdadero proceso
comenzaba después. Si los inquisidores decidían procesar a una
persona sospechosa de herejía, el prelado del sospechoso publicaba el
requerimiento judicial. La policía inquisitorial buscaba a aquellos que
se negaban a obedecer los requerimientos, y no se les concedía derecho
de asilo. Los acusados recibían una declaración de cargos contra
ellos. Durante algunos años se ocultó el nombre de los acusadores,
pero el papa Bonifacio VIII abrogó esta práctica. Los acusados
estaban obligados bajo juramento a responder de todos los cargos que existían
contra ellos, convirtiéndose así en sus propios acusadores. El
testimonio de dos testigos se consideraba por lo general prueba de culpabilidad.
Los inquisidores contaban con una especie de consejo, formado por clérigos
y laicos, para que les ayudaran a dictar un veredicto. Les estaba permitido
encarcelar testigos sobre los que recayera la sospecha de que estaban mintiendo.
En 1252 el papa Inocencio IV, bajo la influencia del renacimiento del Derecho
romano, autorizó la práctica de la tortura para extraer la verdad
de los sospechosos. Hasta entonces este procedimiento había sido ajeno
a la tradición canónica.
Los castigos y sentencias para los que confesaban o eran declarados culpables
se pronunciaban al mismo tiempo en una ceremonia pública al final de
todo el proceso. Era el sermo generalis o auto de fe. Los castigos podían
consistir en una peregrinación, un suplicio público, una multa
o cargar con una cruz. Las dos lengüetas de tela roja cosidas en el exterior
de la ropa señalaban a los que habían hecho falsas acusaciones.
En los casos más graves las penas eran la confiscación de propiedades
o el encarcelamiento. La pena más severa que los inquisidores podían
imponer era la de prisión perpetua. De esta forma la entrega por los
inquisidores de un reo a las autoridades civiles, equivalía a solicitar
la ejecución de esa persona.
Aunque en sus comienzos la Inquisición dedicó más atención
a los albigenses y en menor grado a los valdenses, sus actividades se ampliaron
a otros grupos heterodoxos, como la Hermandad, y más tarde a los llamados
brujas y adivinos. Una vez que los albigenses estuvieron bajo control, la actividad
de la Inquisición disminuyó, y a finales del siglo XIV y durante
el siglo XV se supo poco de ella. Sin embargo, a finales de la edad media los
príncipes seculares utilizaron modelos represivos que respondían
a los de la Inquisición.
Alarmado por la difusión del protestantismo y por su penetración
en Italia, en 1542 el papa Pablo III hizo caso a reformadores como el cardenal
Juan Pedro Carafa y estableció en Roma la Congregación de la Inquisición,
conocida también como la Inquisición romana y el Santo Oficio.
Seis cardenales, incluido Carafa, constituyeron la comisión original,
cuyos poderes se ampliaron a toda la Iglesia. En realidad, el Santo Oficio era
una institución nueva vinculada a la Inquisición medieval sólo
por vagos precedentes. Más libre del control episcopal que su predecesora,
concibió también su función de forma diferente. Mientras
la Inquisición medieval se había centrado en las herejías
que ocasionaban desórdenes públicos, el Santo Oficio se preocupó
de la ortodoxia de índole más académica y, sobre todo,
la que aparecía en los escritos de teólogos y eclesiásticos
destacados. Durante los 12 primeros años, las actividades de la Inquisición
romana fueron modestas hasta cierto punto, reducidas a Italia casi por completo.
Cuando Carafa se convirtió en el papa Pablo IV en 1555 emprendió
una persecución activa de sospechosos, incluidos obispos y cardenales
(como el prelado inglés Reginald Pole). Encargó a la Congregación
que elaborara una lista de libros que atentaban contra la fe o la moral, y aprobó
y publicó el primer Índice de Libros Prohibidos en 1559. Aunque
papas posteriores atemperaron el celo de la Inquisición romana, comenzaron
a considerarla como el instrumento consuetudinario del Gobierno papal para regular
el orden en la Iglesia y la ortodoxia doctrinal; por ejemplo, procesó
y condenó a Galileo en 1633. En 1965 el papa Pablo VI, respondiendo a
numerosas quejas, reorganizó el Santo Oficio y le puso el nuevo nombre
de Congregación para la Doctrina de la Fe. Inicio
Comercio Preindustrial
Las Cruzadas cambiaron la vida enclaustrada y espiritual de la edad media. Al
abrir nuevas rutas comerciales y al dar a conocer en la Europa feudal y limitada
las riquezas del oriente, se estimulo el interés en el comercio. El pueblo
empezó a volver los ojos hacia lo material. Con el tiempo, el feudalismo
se acabo y declino el poderío de la iglesia. La historia entró
en una nueva era: la del comercio preindustrializado. Esta nueva era se caracterizo
por tres éticas dominantes que influyeron en el desarrollo de la administración,
la del mercado, la protestante y la de la libertad.
ETICA DEL MERCADO Tuvo una orientación económica. Con el nuevo
interés en el comercio, los gobiernos estimularon la formulación
de teorías y prácticas comerciales y económicas. Nacieron
los conceptos de oferta y demanda, y Adam Smith, fundador de la economía
política, popularizo algunos conceptos de administración; por
ejemplo, la división del trabajo. En The Wealth of Nations describe como
un trabajador no especializado puede hacer 20 alfileres al día, en tanto
que un grupo de obreros especializados hacen 48.000 en el mismo tiempo:
Este gran aumento de trabajo que, como consecuencia de la división del
trabajo, puede hacer el mismo número de personas, se debe a tres circunstancias:
primera, al aumento de destreza en cada trabajador, segunda, al ahorro de tiempo
que se pierde casi siempre cuando se pasa de un trabajo a otro; y tercera, al
gran número de máquinas que facilitan y ahorran trabajo y que
permiten que un obrero haga la labor de muchos.
ETICA PROTESTANTE También contribuyó a que aumentara la actividad
de los negocios y la administración. Los católicos recibían
la absolución por los pecados que confesaban, lo cual los liberaba de
la culpabilidad psicológica. Al contrastar este enfoque católico
con el calvinismo protestante, Max Weber, precursor sociológico alemán,
observa:
El dios del calvinismo pedía a sus creyentes no buenas obras aisladas,
sino una vida de buenas obras entrelazadas en un sistema unificado. Ahí
no había lugar para el muy humano ciclo católico de pecado, arrepentimiento,
expiación, liberación, a todo lo cual, seguía un nuevo
pecado. Tampoco había ningún equilibrio de mérito para
una vida como un todo que pudiera ajustarse por castigos temporales o por las
"gracias" de las iglesias.
En otras palabras, el protestante calvinista debía observar una vida
entera de buenas obras, caracterizada por la autodisciplina, el autocontrol,
y el ascetismo. Al hacerlo, el individuo se sentía alentado a apegarse
al adagio "no desperdicies, no tengas necesidades". La acumulación
de riqueza no era pecaminosa, a menos que la persona la disipara en frivolidades.
Por otra parte, ahorrar y reinvertir dinero era perfectamente aceptable. La
persona que lo hiciera podía amasar, de paso, una fortuna considerable.
Esa riqueza se interpretaba como señal de que el individuo recibía
el favor divino y de que sería premiado en la otra vida. El resultado
de esta ética protestante fue el trabajo duro, la autor renunciación
y, lo más importante, el espíritu de capitalismo y de empresa.
ETICA DE LA LIBERTAD La tercera ética importante en la era del comercio
preindustrial fue fruto de escritos de filósofos famosos como John Locke
y Jean Jacques Rousseau. En esencia, sus obras pusieron en tela de juicio los
derechos divinos de los reyes y el poder y facultades del señor feudal
sobre el vasallo. Según esta ética de libertad, la gente nace
sin servidumbre. Esta libre de reglas arbitrarias heredadas por la tradición.
Esta nueva ética subrayaba que la gente debía estar gobernada
por las leyes de la razón. Estos conceptos hallaron cabida en un famoso
documento, la declaración de independencia de los estados unidos, que
en parte dice:
Afirmamos que estas verdaderas son evidencias por si mismas, que todos los hombres
son creados iguales, que su creador les otorgo ciertos derechos inalienables,
entre ellos la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para
garantizar estos derechos, se constituyen gobiernos entre los hombres, que derivan
sus justas facultades del consenso de los gobernados.
En el seno de este ambiente (mercado, protestantismo y libertad) se inicio un
acontecimiento histórico en el curso del pensamiento moderno de la administración:
la revolución industrial. Inicio
Industrialización: Aportaciones importantes
en la administración Moderna
Hace dos siglos se produjeron cambios en el medio social, económico y
político, que dieron el ímpetu necesario a grandes avances científicos
y tecnológicos. Al parecer, el progreso industrial depende en gran medida
de estas condiciones. A mediados del siglo XVII, de todos los países
de Europa, el único que contaba con las condiciones más favorables
para el progreso industrial era Inglaterra. En primer lugar, el parlamento ingles
favoreció la tendencia de los negocios hacia un sistema económico
de laissez faire (no intromisión, libre empresa). En segundo lugar, Inglaterra
estaba resuelta a proteger y acrecentar su comercio con otros países.
En tercer lugar, tanto la utilidad como el logro eran valores socialmente aceptables;
por esos, fueron muchos los que se lanzaron al mundo de los negocios. Y en cuarto
lugar, se dio apoyo directo al pensamiento científico y a las aplicaciones
prácticas de la investigación.
Como resultado de este clima favorable de la Inglaterra del siglo XVIII se
hicieron muchos inventos. En 1763 John Kay mecanizó el tejido con su
lanzadera. En 1765 James Hargreaves mejoro el invento cambiando la posición
del volante, agregándole otros volantes y dándole más potencia.
La hiladora resultante podía encargarse de 80 hilos al mismo tiempo.
Entre tanto, en 1760 John Smeaton sustituyo los fuelles movidos, por agua de
su fundición de hierro por unos que parcialmente estaban movidos por
vapor, lo cual aumento su producción diaria de hierro por horno bastante
más de 200%. E ese mismo decenio, Richard Arkwigth invento la máquina
continua y 10 años después más de cinco mil obreros operaban
esas máquinas. Al mismo tiempo, James Watt perfeccionó el motor
de vapor, al grado que en 1788 ya lo empleaba en una fundición de hierro.
El vapor vino a reducir mucho los costos de producción, lo cual a su
vez bajo los precios y aumento los mercados. El motor de vapor sustituyo a la
fuerza humana en el proceso de producción.
La consecuencia de estos y otros inventos fue el nacimiento del sistema de
trabajo en la fabrica. Poniendo todo bajo el mismo techo, la dirección
podía coordinar, de un modo más eficiente, el trabajo, el capital
y la maquinaria. Así, la gerencia podía estudiar en forma sistemática
aspectos como la alimentación de la maquina y su velocidad, a fin de
aumentar su rendimiento. La dirección se intereso en averiguar cuan aprisa
podía operar una maquina y cual era el mejor modo de proporcionarle materiales.
En las primeras etapas de la industrialización las respuestas dadas a
estos tipos de preguntas, dominaron el pensamiento de la administración.
La gerencia dio gran importancia a los aspectos económicos y mecánico
de la empresa. En aquellos días, en las fabricas se dio precedencia a
las cosas físicas sobre todo lo demás.
Según maduraba la industrialización, se fue descubriendo que,
además del trabajo, capital y maquinaria, había otro importante
factor en la producción: la administración. Para que los trabajadores
conservaran su eficiencia, debían contar con un abastecimiento continuo
de materias primas. Del mismo modo, si aumentaba la producción, debía
hallarse mercado para el producto, y venderlo. Además, debía conseguirse
capital para reemplazar la maquinaria, comprar mas y ampliar la fabrica; debía
coordinarse el esfuerzo entre los trabajadores y lograr cooperación entre
todos los niveles de la organización. Tal fue la tarea de la administración.
La industrialización trajo problemas no solo mecánicos, sino
también administrativos. La búsqueda de la eficiencia en niveles
inferiores de la organización no tardo en extenderse a los niveles medios
y superior. Este nuevo enfoque ocasionó el surgimiento de teóricos
del proceso administrativo, cuyo objetivo era formular principios de administración
que tuvieran aplicabilidad universal, independientemente de la situación.
La administración a base de aciertos y errores, empezó a dejar
sitio a un enfoque más sistemático, pues se advirtió que
la capacidad de dirigir con eficiencia se podía mejorar intercambiando
información y experiencias. Esto marco el comienzo del enfoque formal
y académico de la administración en conjunto.
Durante este periodo de industrialización en que se iba formando la
teoría administrativa no faltaron dirigentes que empezaron a centrar
su atención en el elemento humano y en el lugar de trabajo. Uno de las
más destacados fue Robert Ower, que compró la New Lanark Mills,
en escocia. En Cuanto tomo el control, el perspicaz Owens se esforzó
por mejorar las viviendas, la salubridad y la educación de sus trabajadores.
También elimino el castigo corporal de los niños e hizo que se
les sacara de las hilanderías para enviarlos a la escuela. Estableció
además un sistema de motivación cuyo fin era aumentar la productividad.
Según este sistema. Owens asignaba una de cuatro marcas a cada uno de
sus superintendentes, los cuales a su vez calificaban a sus propios subordinados.
Estas marcas se traducían en códigos de colores negro, azul,
amarillo y blanco, según un orden ascendente de meritos. Sobre cada máquina
se había puesto un bloque de madera cuyos cuatro lados estaban pintados
de acuerdo con el código. Al terminar el día, se registraban las
marcas, se traducían y el lado del color apropiado del bloque se ponía
mirando hacia el pasillo. Todo el que pasara por ahí y que conociera
el código podía valorar el trabajador durante el último
día. Este trozo de madera motivaba a los perezosos a superar su flojera
y se suponía que inducía a los "chicos buenos" de los
bloques blancos a que se esforzaran por mantener el suyo. En el sentido, fue
el precursor del sistema de la administración moderna de publicar los
datos de producción y ventas para excitar el orgullo departamental o
para estimular la competencia.
Mientras otras hilanderías tenían un 20% de utilidad sobre el
capital invertido, la de Owen rebasaba con mucho el 50%. Cuando se le pregunto
como había logrado esto, contesto que mientras otros invertían
dinero en maquinaria, él dedicaba tiempo y esfuerzo a sus recursos humanos,
lo cual le daba un más alto índice de rendimiento. Su atención
en los aspectos del comportamiento administrativo ayuda a explicar el éxito
de su operación. Otros por ejemplo, Matthew Boulton y James Watt, que
dirigían la SOHO Engineering Foundry, lograron resultados similares.
Ellos atribuyeron su mayor productividad a conservar blancas las paredes, a
tener fiestecitas de navidad y a idear planes de pago de incentivos para sus
trabajadores.
En las primeras etapas de la industrialización se sentaron las bases
para las nacientes escuelas del pensamiento administrativo. El interés
por determinar que flujo y ubicación de la fabrica y que adaptaciones
mecánicas conducían a una productividad mayor, llegó a
ser con el tiempo la escuela cuantitativa del pensamiento administrativo; este
mayor interés en las guías a principios que la buena gerencia
debía emplear en la dirección de la organización en conjunto
marcaron el comienzo de la teoría del proceso administrativo; y el interés
de Owen y de otros en los problemas humanos marcó el comienzo del enfoque
del comportamiento administrativo. La sección siguiente desarrollará
con más detalles estas grandes escuelas históricas del pensamiento
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